El mexicano Miguel Torres nunca imaginó que saldría de las sombras y obtendría su residencia permanente en Estados Unidos a través de un matrimonio interracial al casarse con una ciudadana estadounidense por naturalización, originaria de las Filipinas.

“Len-Len Valdez y yo nos conocimos en Long Beach hace 10 años. Éramos casi vecinos. Empezamos a vivir juntos en 2012 y tuvimos a nuestro hijo Miguel Rylan Torres que ahora tiene 9 años. En el 2020, nos casamos”, dice Miguel.

Ese mismo año, su padre falleció en México, y Miguel no pudo viajar debido a su estatus indocumentado. “Al ver la tristeza que me provocó la pérdida de mi padre, mi esposa me propuso ayudarme a obtener la residencia, pero para eso teníamos que casarnos”.

Algo que quiso hacer antes, pero como estaba casado en México, se le complicó divorciarse porque no podían localizar a su primera esposa.

“Teníamos 5 años buscándola y hasta pusimos anuncios en los periódicos para encontrarla. Hasta que una prima nos ayudó a localizarla y pude obtener el divorcio y casarme con Len-Len. Para entonces ya teníamos 7 años juntos y a nuestro hijo”.

De 48 años de edad, Miguel es originario de Hidalgo, México. Emigró a Estados Unidos en noviembre del año 2000 con una visa de turista.

Ya como residente, Miguel quiere hacer cumplir otro de sus sueños, tener su propio negocio de soldadura. 

Cuando una persona indocumentada se casa con un ciudadano o residente legal de EE UU, y tiene el antecedente de haber entrado al país con una visa de turista, el proceso para obtener la residencia es más fácil, más rápido y menos costoso que si hubiera entrado indocumentado.