¿Cómo estás? me preguntan, como si hubiera tenido una muerte en la
familia, o me hubiera golpeado una enfermedad fulminante. Entiendo y
agradezco la pregunta: Con Donald Trump se están materializando, una por
una, sus propuestas contra los inmigrantes … y no lleva ni siquiera un
mes en la Casa Blanca.
Hay mucho miedo entre las familias de inmigrantes latinos en Estados
Unidos. Hace poco, en el Noticiero Univision, presentamos un reportaje de
cómo algunos padres indocumentados están haciendo planes de emergencia
con sus hijos en caso que los deporten. En Phoenix deportaron a Guadalupe
García luego de vivir indocumentada 22 años en este país. Otros van a
seguir.
El temor se basa en dos acciones ejecutivas tomadas por Trump: una
para construir un absurdo muro en la frontera con México, y otra para
evitar temporalmente la entrada de refugiados y personas de siete países.
Ahí, en letra chiquita, está el diablo.
Las propuestas antimigratorias de Trump cambian también las
prioridades de deportación. El diario Los Angeles Times calculó que ahora
8 millones de los 11 millones de indocumentados corren peligro de ser
expulsados de Estados Unidos, no únicamente los que hayan cometido algún
crimen. Eso le quita el sueño a cualquiera.
A pesar de todo, estoy optimista. Les cuento por qué.
Apenas unas horas después de que Trump tomara posesión, vi a cientos
de miles de personas en Washington protestar en contra de quien había
llamado perro y cerdo a varias mujeres, y criminales y violadores
a inmigrantes. Por primera vez oigo a padres de familia decirle a sus
hijos: No quiero que seas como el presidente.
La ausencia de decenas de congresistas a la ceremonia de toma de
posesión es una simbólica pero importante decisión. Hay veces en que solo
basta decir no.
La prensa ha entendido bien que su función es ser contrapoder. Cada
mentira de Trump como la del supuesto voto de 3 millones de
indocumentados, o que los asesinatos están en su peor nivel en 47 años
ha sido refutada con datos y con firmeza. Esta actitud de muchos
periodistas contrasta con la suavidad y tolerancia que Trump disfrutó
durante la campaña presidencial. Tarde, pero al menos ahora Trump sabe
que no puede mentir con total impunidad.
Decenas de empresas de alta tecnología han apoyado la demanda del
estado de Washington en contra de la decisión del gobierno de Trump de
prohibir temporalmente la entrada a refugiados e inmigrantes con visa.
Howard Schultz, el CEO de Starbucks, fue de los más claros. No nos
quedaremos parados ni callados, dijo Schultz en un comunicado. Hay más
de 65 millones de personas reconocidas como refugiados por Naciones
Unidas, y estamos desarrollando planes para contratar a 10 mil de ellos
en los próximos cinco años en los 75 países alrededor del mundo donde
Starbucks tiene negocios.
La oposición a Trump va más allá de Estados Unidos. El presidente de
México, Enrique Peña Nieto, sigue con su política de apaciguamiento y
acercamiento con Trump. Lo han golpeado, y pone la otra mejilla. Los
bullies se alimentan de la debilidad de los otros. Pero miles de
mexicanos en las redes sociales y en protestas en las calles han tomado
un rumbo distinto, más digno, inteligente y práctico. El primer paso es
decir no.
Lo mismo ocurrió en Gran Bretaña. El líder de la Cámara de los
Comunes, John Bercow, se niega a que Trump hable ante el parlamento
británico este año. ¿Por qué? Por su oposición al racismo y al sexismo
de Trump. La decisión será tomada más adelante, pero Bercow ya marcó su
raya.
Baso mi optimismo en todos estos ejemplos. Todo cambio comienza con un
gran NO.
Trump no es el rey. Contrario a lo que ocurrió con Hugo Chávez en
Venezuela, Trump no puede apropiarse del Congreso, la Corte Suprema de
Estados Unidos, el ejército y medios de comunicación, ni puede cambiar la
constitución para eternizarse en el poder. Doscientos cuarenta años de
democracia sirven para algo.
La resistencia a Trump se está formando. Pero lo primero es marcar una
distancia con el nuevo presidente estadounidense y, claramente, decir en
qué no estamos de acuerdo. Sí, Trump es el nuevo presidente de Estados
Unidos, pero no tiene el respeto de millones. Esa es su principal
debilidad.
Y ahí empieza mi optimismo.
(Jorge Ramos, periodista ganador del Emmy, es el principal director de
noticias de Univision Network. Ramos, nacido en Mexico, es autor de nueve
libros de grandes ventas, el más reciente de los cuales es A Country for
All: An Immigrant Manifesto.)
(¿Tiene algun comentario o pregunta para Jorge Ramos? Envie un correo
electrónico a Jorge.Ramos@nytimes.com. Por favor incluya su nombre,
ciudad y país.)