Phoenix (AZ), 8 mar (EFEUSA).- A un mes de la deportación de Guadalupe García, su esposo, Aarón Reyes, revela que ella sabía del riesgo de ser repatriada, pero que aun así acudió a su cita con Inmigración en una acción que califica de «sacrificio» para llamar la atención sobre la situación de millones de indocumentados.
»Ella, de cierta manera, quiso sacrificarse por los demás migrantes, para ver qué es lo que iba a pasar. Y aun con todo lo que le sucedió, si le preguntas actualmente si se arrepiente de lo que hizo, dice que no», explica Reyes en entrevista con Efe en Arizona, donde la mexicana vivía desde hace 21 años sin estatus legal.
Mencionó que los abogados presentaron varias opciones a la familia, incluida la de pedir santuario en una iglesia local, como han hecho con éxito muchas otras personas, pero su mujer decidió correr el riesgo porque estaba convencida de que, en caso de ser deportada, su repatriación pondría el foco sobre lo que vive la comunidad inmigrante.
»Ella hizo lo correcto, a raíz de esto estamos enviando un mensaje a las demás familias. A veces la gente piensa que lo hacemos porque queremos fama, pero simplemente somos la voz y el reflejo de los inmigrantes, no queremos que esto le pase a más personas», afirma.
García de Rayos, que celebró su 35 cumpleaños el pasado 28 de febrero en México, lejos de su familia, se ha convertido en un símbolo de las nuevas prioridades migratorias de la Administración del presidente Donald Trump, que ha prometido deportar a entre dos y tres de los once millones de indocumentados que se calcula viven en el país.
La mujer fue arrestada en 2008 durante una de las primeras redadas contra indocumentados por parte del entonces alguacil del condado de Maricopa, Joe Arpaio, y acusada de utilizar un número de Seguro Social que pertenecía a otra persona.
Durante años, la mexicana acudía a las oficinas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) después de ser condenada a un proceso de deportación por esta suplantación de identidad, aunque se le otorgó clemencia. Las visitas eran breves y rutinarias, tan sólo un repaso de su caso y algunas preguntas.
Pero el 8 de febrero todo fue diferente, su visita derivó con una aparatosa deportación que concluyó al otro lado de la frontera.
»Hoy hace un mes que ella fue a ICE. Ha sido muy difícil para toda la familia, pero tenemos fe de que todo va a salir bien, aunque sí hay momentos duros, que te llega la tristeza. En privado nos duele que no esté con nosotros, porque ella es parte de nuestra vida, la vida nos dio un cambio muy drástico», lamenta el esposo.
Menciona que sus hijos, Ángel y Jacqueline, de 16 y 14 años, respectivamente, han tenido que tomar fortaleza al no estar con su madre y presentarse ante la prensa para ser la voz de miles de inmigrantes que viven una situación similar.
»Mis hijos se han hecho más fuertes a raíz de esta situación, aunque han estado en la organización Puente por años, donde han visto el sufrimiento de las familias, pero ahora lo están viviendo en experiencia propia», detalla.
Pero el dolor también reside en Acámbaro, en el estado mexicano de Guanajuato, desde donde García de Rayos aguarda novedades sobre su caso.
»Ella también sufre mucho, hablamos diario, pero es un dolor que es muy duro, por eso queremos evitar que le pase lo mismo a más familias», asegura.
Reyes dice que su abogado trabaja para traer de vuelta a su esposa, aunque reconoce que será un proceso largo y «difícil, pero no imposible».
»Me preguntan si hay esperanza que regrese, en eso está trabajando el abogado, lo que está tratando de hacer es reabrir su caso para tratar de quitar el cargo y de ahí intentar traerla de nuevo», explica. EFEUSA